Al pasar las páginas de este libro surge una complicidad insólita, algo asà como revolver un viejo baúl donde uno encuentra cartas, juguetes, retazos de vida que, en cada là nea, evocan la calidez de la niñez, la extrañeza del primer asombro y esa mezcla de dolor y euforia que traen las pérdidas, los viajes, las presencias y las ausencias. Hay dà as de polvo y sol, noches de luciérnagas y el eco de una risa que viene de antaño. Hay el abrazo ausente de quien partió y la caricia inesperada de un recuerdo contra la ventana.Francisco Sáenz Ráez se entrega y nos entrega, sin antifaces, una gama de retazos que, al unirse, configuran el mapa sensible de alguien que aprendió a mirar de cerca, a escuchar sin prisa el rumor de las calles y el coro de voces invisibles que, aunque duelan, a veces acarician. Presencias reales es un tapiz de contrastes ?patios enlodados, esquinas luminosas, gritos de feria y el murmullo hondo de un padre silbando a solas? donde, sin proponértelo, te encontrarás con tu propio reflejo en cada gesto, cada sabor y cada anécdota.