Clásico de la ciencia polà tica, hace una penetrante crà tica de la Iglesia y de la polà tica: para acabar con el reino de las tinieblas y la superstición, el nuevo Estado deberà a excluir con firmeza todos los defectos orgánicos del antiguo, y ser netamente racionalista y laico, un verdadero reino de la luz y de la ciencia.